vicente (A media voz) Te has referido al tren. Y a hablar de él he
venido.
(El padre lo mira un momento y vuelve a mirar su revista)
la madre ¡No, hijos!
vicente ¿Por qué no?
la madre Hay que olvidar aquello.
vicente Comprendo que es un recuerdo doloroso para ti... por
la pobre nena1. ¡Pero yo también soy tu hijo y estoy en
entredicho2! ¡Dile tú lo que pasó, madre! (A Mario, señalandoal padre) ¡Él nos mandó subir a toda costa! Y yo lo logré. Y
luego, cuando arrancó la máquina3 y os vi en el andén, ya
no pude bajar. Me retuvieron4. ¿No fue así, madre?
la madre Sí, hijo. (Rehuye su mirada)
vicente (A Mario) ¿Lo oyes? ¡Subí porque él me lo mandó!
mario (Rememora) No dijo una palabra en todo el resto del día.
¿Te acuerdas, madre? Y luego, por la noche... (A Vicente)
Esto no lo sabes aún, pero ella también lo recordará,
porque entonces sí se despertó... Aquella noche se levantó
de pronto y la emprendió a bastonazos con las paredes5...,
hasta que rompió el bastón: aquella cañita antigua que
él usaba. Nuestra madre espantada, la nena llorando, y
yo escuchándole una sola palabra mientras golpeaba y
golpeaba las paredes de la sala de espera de la estación,
donde nos habíamos metido a pasar la noche... (El padre
atiende) Una sola palabra, que repetía y repetía: ¡Bribón6!...
¡Bribón!...
la madre (Grita) ¡Cállate!
el padre (Casi al tiempo7, señala a la cómoda) ¿Pasa algo en la sala de
espera?
mario Nada, padre. Todos duermen tranquilos.
vicente ¿Por qué supones que se refería a mí?
mario ¿A quién, si no?
vicente Pudieron ser los primeros síntomas de su desequilibrio.
mario Desde luego. Porque él no era un hombre al uso8. Él era
de la madera de los que nunca se reponen de la deslealtad
ajena.
vicente ¿Estás sordo? ¡Te digo que él me mandó subir!
la madre ¡Nos mandó subir a todos, Mario!
mario Y bajar. «¡Baja! ¡Baja!», te decía lleno de ira, desde el
andén... Pero el tren arrancó... y se te llevó para siempre.